Tienen gran importancia ecológica, ya que son considerados los principales depredadores de insectos y otros animales pequeños. Al igual que las arañas, las garrapatas y los ácaros, los escorpiones pertenecen a la clase Arachnida. Varían entre 1 cm y 20 cm de largo y se distinguen de los insectos porque tienen cuatro pares de patas y no poseen alas ni antenas.
Es fácilmente reconocido debido a la cola saliente de forma curvo, donde está ubicado el aguijón, y al par de pedipalpos terminados en pinzas. El aguijón del escorpión inyecta el veneno para capturar presas o defenderse.
Como son resistentes a las temperaturas entre 0 °C y 55 °C, los escorpiones viven en prácticamente todos los continentes, excepto regiones muy frías, como la Antártida.
Son discretos y tienen hábitos nocturnos. En áreas urbanas, es posible encontrar escorpiones donde hay acumulación de desmonte, materiales de construcción, terrenos baldíos, jardines etc. En la casa, pueden esconderse en lugares oscuros, como espacios estrechos, sótanos, armarios y depósitos.
Todos los escorpiones son venenosos, pero sólo 25 especies pueden ser mortales para los seres humanos. Su veneno también sirve para predigerir las vísceras y los órganos de sus presas.
El envenenamiento debe ser tratado en hospital, preferentemente mediante la presentación del escorpión para facilitar el diagnóstico y el tratamiento.