Las pulgas no tienen alas, pero cuentan con patas fuertes, principalmente el par posterior, lo que permite que realicen movimientos rápidos y grandes saltos. El individuo adulto es hematófago y consume la sangre de aves o mamíferos, como perros y gatos. Las pulgas se desarrollan en las fases de huevo, larva, crisálida y adulto.

La acción de insecticidas ocurre sobre las larvas y los individuos adultos, ya que los huevos y las crisálidas son prácticamente impermeables. De ahí viene la necesidad de usar un regulador de crecimiento.

Como la mayor parte del ciclo de vida de la pulga sucede fuera de sus huéspedes, es necesario cuidar el entorno en que viven también. Es decir, no es suficiente eliminar las pulgas que están en el animal, también es importante matarlas en todas sus formas evolutivas en el entorno doméstico.

Además de incomodar demasiado a seres humanos y otros animales, las pulgas también transmiten varias enfermedades graves, como dermatitis graves y otras reacciones cutáneas de carácter alérgico. En el pasado, fueron responsables de una serie de epidemias, como la gran peste de Londres, llamada peste bubónica, en 1665, que diezmó a un quinto de la población.